LaRealidad

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ALTO LA GUERRA CONTRA LOS ZAPATISTAS

22 may 2010

Va Articulo sobre La sierra de Chihuahua

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Este Articulo es una contribución de un compa de La Otra en Chihuahua
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En el contexto mexicano actual el debate por el ejercicio del voto se encuentra en la palestra, mucho se dice: se llega a afirmar lo vanguardista del sistema de representación popular actual, se rememora con afán chantajista lo que ha costado construir el actual regimen de libertades, y se intenta enganchar a la población en el dilema del "voto blanco" o el voto al "menos peor".

En mi opinión un método político que no cuenta con los mecanismos minímos NECESARIOS que faciliten la inclusión -no la tolerancia (ojo)- de las distintas expresiones de la cultura política de una nación amplia como la nuestra no es merecedor del interés de su población, ya que esto lo evidencia cada vez más como carente de participación ciudadana no burocratizada o corporativizada (es decir, libre) e ilegitimo.

Para muestra un estudio de caso en la sierra de Chihuahua, igual y nos puede dar algunas luces de por donde darle:

1.3 Del pueblo a la nación, la integración forzada y el racismo cultural
Como he dicho antes, el sistema de relaciones políticas imperante en Aboréachi entre más se encuentra dentro del perímetro local mayor suele ser su intensidad, ni los intentos por congregarlos políticamente en espacios ajenos de participación a nivel municipal y regional, ni las estrategias nacionales para integrar a dichos pueblos en una identidad supralocal se vinculan por medio de este sistema, ya que simplemente lo evaden, intentando imponer normas y prácticas alejadas de la práctica política rarámuri85.
Es por ello que la aplicación de programas y proyectos de desarrollo y apoyo económico a las zonas marginadas, al ser orientadas desde la teoría de la integración y operadas desde lógicas de organización y distribución distintas a las indígenas lo único que generan es racismo cultural, oportunismo, cacicazgos y división al interior de los pueblos.
Aún queda lejos una práctica política que permita incluir a las distintas expresiones culturales dentro de un marco jurídico equitativo y consecuente con la diversidad política del México contemporáneo, ya que no solamente son los sistemas normativos y formas de gobierno indígenas las que se han de tomar en cuenta para la transformación radical del sistema estatal.
La práctica política del Estado86 choca inevitablemente con la aplicada por los pueblos indios debido a que son motivadas por intereses distintos. Las preguntas: ¿para qué y para quién gobernar?, confrontan dos nociones de ética política distintas. Marx escribió hace tiempo que en el modo de producción capitalista, para obtener una mayor ganancia, lo importante es aprovechar el tiempo, la demanda en la producción y la competencia en la venta: “La misma mercancía es ofrecida por diversos vendedores. Quien venda mercancías de igual calidad a precio más barato, puede estar seguro de que eliminara del campo de batalla a los demás vendedores y se asegurara mayor venta. Por tanto los vendedores se disputan mutuamente la venta, el mercado. Todos quieren vender, vender lo más que puedan, y, si es posible, vender ellos solos, eliminando a los demás. Por eso unos venden más barato que otros. Tenemos pues una competencia entre vendedores, que abarata el precio de las mercancías puestas a la venta. Pero hay también una competencia entre compradores, que, a su vez, hace subir el precio de las mercancías a la venta. Y, finalmente, hay la competencia entre compradores y vendedores; unos quieren comprar lo más barato posible, otros vender lo más caro que puedan.
…Si el precio de una mercancía desciende por debajo de su coste de producción, los capitales se retraen de la producción de esta mercancía..., hasta que su precio vuelva a levantarse al nivel de su coste de producción o, mejor dicho, hasta que la oferta sea menor a la demanda” (1979:73-75).
Por lo tanto, esta relación de compra-venta es finalmente la que determina la práctica política del Estado dentro del contexto actual del capitalismo neoliberal. Lo importante para el Estado es mantener a nivel de competencia las mercancías que conforman el botín del mercado político: mientras más mercancías de calidad sean puestas en venta, mayor será la atracción de compradores, y, a la vez, mayor la capacidad de venta que adquiera el Estado. Pero, para mantener dicho estatus, es necesario crear las condiciones sociales necesarias para conseguir la disponibilidad o contención de los grupos o clases sociales marginales, quienes son parte del botín político del mercado. El control social no sólo permite generar dichas condiciones, sino también permite agregarle plusvalía a las mercancías políticas. Dado las condiciones de “estabilidad social” y manipulación política por medio de la subordinación de las estructuras organizativas de los pueblos indios inmersos en una amplia masa de población marginal, los políticos estatales tienden a acaparar la administración de las mercancías, es decir, la posibilidad de decidir a qué comprador y bajo qué condiciones se le venderá dicha mercancía que, para el caso de los pueblos indios, se le ha dado por llamar servicios ambientales o paisaje cultural.
Esta relación entre la práctica política y el modo de producción capitalista es el fundamento ético del Estado, es decir, la forma en que la superestructura es concebida. El para qué y para quién gobernar, desde la óptica neoliberal, nos remite a la práctica de gobernar para administrar, y, gobernar para vender al mejor postor. El método formal es la democracia indirecta o representativa, los ciudadanos acuden a las urnas cada periodo electivo (ya sea cada 3, 5 o 6 años) para sufragar por el menos peor de los candidatos, o debo decir, administradores del botín político, dejando con ello, la toma de decisiones en relación a la administración y venta de las mercancías políticamente valoradas y si esto no funciona del todo, es decir, si los partidos políticos, los grandes empresarios y los líderes regionales y sectoriales no quedan conformes con el reparto de las utilidades y el reacomodo político dado por medio del tráfico de influencias, siempre es posible recurrir al método informal: el fraude electoral.
Regresando a Aboréachi, es posible observar cómo dicho método de participación política no contabiliza ni al 50% de la población total del lugar, durante el proceso electoral presidencial de 2006 se instalaron dos casillas electorales en las que se registraron sólo 350 votos de los cuales 220 fueron sufragados en la cabecera ejidal, mientras que el resto corresponden a la casilla dos instalada en la cabecera del pueblo indígena. La mayoría de los votos fueron para el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Cabe destacar que la participación indígena, aunque es el sector de la población local más numeroso, participó en menor grado, situación que se percibe como común según la opinión de varios de los vecinos, lo que nos habla de la distancia existente entre el método político más mediatizado por el Estado y la práctica política indígena.
La confrontación entre dos modelos políticos distintos también plantea una confrontación entre dos modelos económicos opuestos. Por una parte, el capitalismo neoliberal como sistema hegemónico parte del principio de la oferta y la demanda; la propiedad privada de los medios de producción; la producción, distribución y consumo acelerado de mercancías; la acumulación desigual de excedentes; y la explotación del hombre por el hombre. Para mantener dicha maquinaria activa el político neoliberal echa mano de su capital político concertando sesiones con las distintas fracciones del sistema político nacional, el príncipe contemporáneo87 navega la corriente neoliberal, inmerso en ella la aplica irrestrictamente según el estándar internacional, administra su desarrollo y ejecuta impositivamente sus lineamientos. Así, por medio de los órganos colegiados del sistema, modifica las bases jurídicas nacionales con el fin de facilitar la transacción de las mercancías políticas. Pero, por otra parte, las formaciones económicas indígenas, aunque en relación con el modo de producción hegemónico, obedecen a otro tipo de dinámica productiva, en ésta se privilegia la producción de bienes para autoconsumo, el abastecimiento temporal, y una distribución del excedente por medio de prácticas rituales dirigidas a fortalecer la cohesión social. En este tipo de economía prevalece la solidaridad y la reciprocidad como elementos fundamentales para la permanencia del grupo, por lo que el trabajo asalariado es inexistente y los medios de producción carecen de una administración centralizada. De modo que este tipo de economía de autoabastecimiento y descentralizada permite, en última instancia, el ejercicio de mecanismos políticos igualmente amplios y descentralizados.
Con lo anterior, lo que se trata de evidenciar es que, para la sobrevivencia del modo de producción capitalista es fundamental la división entre la “sociedad política” y la “sociedad civil”, la centralización del ejercicio del poder y de la toma de decisiones, así como la estratificación en clases sociales. Mientras que, para los pueblos indios, en concreto los rarámuri, se vuelve fundamental el ejercicio de la política en todos los ámbitos sociales de la vida del pueblo, ya que en éste reside el ejercicio del poder y la toma de decisiones, lo que implica un método amplio e incluyente de participación en el que se privilegia la cohesión social, la persistencia étnica y la resistencia ante los embates del sistema hegemónico.
Notas:
85 Para Turner este representa el drama social dado entre las tendencias centrípetas y centrífugas en el proceso de cambio estructural; Cámara Barbachano menciona que estos son dos tipos ideales de organización: la organización centrípeta de contenido y simbolismo orientados a la preservación del orden “tradicional” basado en el colectivismo, y la organización centrífuga de contenido y simbolismo exterior, donde el individuo queda por encima de la comunidad, fuera de toda orientación para la preservación del orden “tradicional” (Fábregas, 1983:6-13).
86 Éste es definido como la superestructura de un modo determinado de producción que funciona como instrumento de las clases poseedoras para dominar política e ideológicamente a las clases desposeídas, por ende la práctica política del Estado es el método por el cual se intenta perpetuar dicho dominio. Léase Althusser (1974 y 1994) y Poulantzas (1969).
87 Léase Gramsci (1998).
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VILLANUEVA, Víctor. Sistemas políticos indígenas: Autonomía y libre determinación. Aboréachi: Un caso en la sierra de Chihuahua. ENAH Chihuahua, 2008.


¡AXIÓN SOBRE LA REFLEXIÓN!

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